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La Universidad completa las reformas en la ETSI del Campus del Carmen

La Universidad completa las reformas en la ETSI del Campus del Carmen

Dicen que todo llega. Y esta vez, ha llegado. La Universidad de Huelva ha puesto el punto final —o casi— a una de las reformas más esperadas y debatidas de su historia reciente: la completa renovación del edificio de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ETSI), ubicada en el Campus del Carmen. Un proceso largo, técnico y lleno de desafíos, donde la palabra que más ha resonado en los despachos no ha sido otra que “ignifugación”.

Porque si de algo se ha hablado en los últimos años en el seno universitario —además de planes de estudio y presupuestos— es de la importancia de cumplir con la normativa contra incendios. Un imperativo que no solo salva edificios, sino que también preserva vidas, proyectos y futuros. En ese contexto, la intervención sobre las estructuras metálicas, los auditorios y los accesos no ha sido una reforma al uso, sino una cirugía de precisión técnica para adecuar cada rincón a las exigencias legales.

Una historia que comenzó con una advertencia

Corría el año 2017 cuando el Ayuntamiento de Huelva, alertado por el Parque Municipal de Bomberos, denegaba a la Universidad la licencia de primera ocupación del nuevo edificio de la ETSI. ¿El motivo? La falta de garantías frente al fuego. Aquella negativa retrasó la mudanza desde el Campus de La Rábida y obligó a repensar cada detalle. Fue entonces cuando las ignifugaciones barcelona y sus técnicas específicas cobraron protagonismo.

La Universidad aceptó el reto. Técnicos, arquitectos y autoridades académicas se pusieron manos a la obra. Había que proteger, sectorizar, reforzar. No valía cualquier solución. La normativa no permite atajos cuando se trata de la seguridad de más de mil estudiantes y personal docente. Ahí empezó una batalla contra el fuego… antes de que el fuego existiera.

Intervenciones clave en puntos estratégicos

Los trabajos más meticulosos se centraron en las ocho pasarelas metálicas que conectan los despachos de los profesores con los laboratorios. Aparentemente inofensivas, estas estructuras requerían tratamientos especiales para alcanzar la resistencia al fuego que marca la ley. La solución: capas de pintura intumescente sobre sus cerchas, complementadas por la aplicación de vermiculita proyectada en la parte inferior del forjado. Todo, perfectamente sellado con placas de chapa perforada que garantizan durabilidad ante la intemperie.

Y no fue el único frente abierto. El auditorio de la ETSI recibió también atención especial. Se instaló un moderno telón cortafuegos que, en caso de incendio, separa automáticamente el patio de butacas de la caja escénica. Además, la motorización de la puerta trasera permite que se convierta en vía de evacuación para quienes estén sobre el escenario.

Como parte de las medidas de protección globales, se añadieron ignifugaciones en vestíbulos, escaleras principales, sistemas de ventilación y chimeneas. Un plan integral que transforma el edificio en una auténtica fortaleza antiincendios.

Ignifugar antes no era prioridad. Ahora, lo es todo

Durante años, hablar de ignifugación era hablar de un trámite, de un formalismo. Hoy, tras incidentes en distintos puntos del país, como el reciente incendio en Langreo, la percepción ha cambiado por completo. Las universidades —como cualquier espacio público— entienden ahora que proteger estructuras es proteger vidas.

Por eso, esta reforma no solo significa terminar una obra. Significa entender que el conocimiento no solo se transmite en aulas, sino en el ejemplo institucional de hacer las cosas bien. Que cumplir con la ley no es lo mínimo, es lo esencial. Y que la prevención ya no es una opción, es un deber moral y técnico.

Una inversión que asegura el futuro

El coste de las actuaciones ha sido de 173.086 euros. Una cifra más que razonable para el alcance de las mejoras implementadas. Porque no se ha tratado solo de embellecer o de rematar una fachada. Se ha tratado de crear un entorno seguro y conforme a normativa, que permita el uso completo del edificio sin restricciones ni riesgos.

Quedan por concluir los trabajos de adaptación en los laboratorios de la planta baja, cuya finalización es inminente. Pero lo esencial ya está hecho. La ETSI se erige ahora como un espacio académico moderno, funcional y sobre todo, seguro. Donde el saber fluye entre aulas, y el acero que soporta el edificio está recubierto por algo más que pintura: por la certeza de que se han hecho bien las cosas.

Compromiso institucional con la seguridad

Desde el equipo de Infraestructuras de la Universidad, liderado por el Vicerrector Manuel Maña y el director de Planificación Juan Carlos Andújar, se insiste en que esta reforma es también fruto de la diligencia del actual equipo de Gobierno de la Rectora María Antonia Peña. Un compromiso claro con la seguridad, la legalidad y el bienestar de la comunidad universitaria.

Más allá de los números y los informes técnicos, lo que queda es una lección: las universidades no solo están para formar ingenieros, biólogos o economistas. Están también para predicar con el ejemplo. Y en este caso, han hecho lo que debían. Han ignifugado el conocimiento, para que nada ni nadie lo interrumpa jamás.

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